Ángeles en el exilio VII – sangre, lágrimas y una despedida

octubre 11, 2009

Habían escapado, si. Pero con un precio muy alto, Eddah cada día que pasaba en el cielo se debilitaba más…

– Tienes que ir con los sucios humanos, si no morirás. ¿No ves que ahora eres mortal? – dijo Ignominio.

– Pero… yo no quiero separarme de ti. – dijo Diaphano sujetando con fuerza el cuerpo casi inerte de Eddah que yacía en sus manos.

– ¡Estúpido! ¿Qué quieres que muera? – gritó Ignominio.

– ¿Pero y si le pasa algo? Está indefensa y a penas puede moverse.

– Y si se queda aquí morirá. Es más, tenemos que cambiar de apariencia, así llamamos mucho la atención. Nos estarán buscando…

– ¡¡Yo no quiero abandonarla!!

– ¿¡Vas a dejarla morir o es que…!?

– Parad, por favor. Lo mejor es que vaya. Conmigo corréis peligro. – dijo Eddah en un suspiro.

– Pero… – a Diaphano se le llenaron los ojos de lágrimas – yo te amo Eddah, me iré contigo.

– Mira que eres zoquete… no puedes ir con ella, ¿o acaso te vas a cortar las alas tu también?

– Diaphano, tengo que irme y tu tienes que quedarte aquí. ¿De acuerdo? Prométemelo.

– Está bien…

– ¡Ala! Todos conformes ¿no? Pues venga, vamos a buscar a un amigo mío que nos ayudará a camuflarnos

{…}

Con ropajes nuevos y el pelo algo más corto, Diaphano y Eddah se despedían con un intenso beso y un amargo abrazo. Mientras, las alas de Diaphano cobraban un color morado parecido a las alas que antaño habían pertenecido a Eddah.

– Mira eso, – le dijo Ytham a Ignominio – están cambiando de color…

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– Claro ignorante, está bebiendo de ella, se están fundiendo sus esencias. Por esos las alas de él se colorean como las de ella… bueno, como las que ella poseía.

– Pero entonces ella debería haberlas tenido algo azules como las de Athos.

– Mira que llegas a ser idiota, esto sólo sucede cuando el amor que sienten el uno por el otro es sincero y no me extrañaría que el matrimonio de Eddah fuera concertado. Por eso cada uno conserva su propio color.

– ¿Y… Athos y Sarial?

– ¡No me has oído! ¿Acaso crees que ellos se aman? No es más que sexo esporádico, cabeza hueca.

– Si fuera esporádico no habrían creado la cárcel aquella para encerrar a Eddah y a cualquiera que conociera su aventur… – y de repente se calló.

– ¿Cómo dices? ¿Insinúas que él está enamorado? – preguntó incrédulo.

– Oh, no. Eso no. Athos quiere a Eddah, todo esto es solo una maniobra de Sarial para apoderarse del cielo.

– Mi hij, esto…  Athos no permitirá eso. Jamás. Tú cómo lo sabes.

– Porque Eddah era mi prometida, íbamos a casarnos. Pero un día, empezó a comportarse de forma extraña y la seguí, y descubrí todo el pastel. No creas que me encerraron en aquella cárcel por gusto.

– Mierda… – murmulló Ignominio para sí – ¡Vosotros! ¡Tortolitos! El alba se acerca, Eddah tiene que cruzar. Es la hora.

[ver capítulos anteriores]

2 respuestas hasta “Ángeles en el exilio VII – sangre, lágrimas y una despedida”

  1. eariandes said

    Me pierdo un poco con los detalles… ¿lo explicas en otra parte de la historia lo de las alas y eso? Lo digo para releérlo

  2. xarleen said

    En los anteriores se ve por qué Eddah pierde las alas, si. Léetelos y no pierdas detalle ^^ pronto se acabará la historieta…

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