Obsesión
diciembre 27, 2009
Melodía desierta
noviembre 21, 2009
Le recuerdo con una guitarra y un viejo vaquero roto por el paso de las lunas. Tocaba tranquilo bajo la sombra de un ciprés, cuarenta grados resbalaban por su frente.
Yo caminaba descalza por una carretera desierta y le vi. Sus cabellos eran dorados, largos caían por su espalda y su melodia… su melodia me hizo sentir volar.
Me acerqué poco a poco, hasta que olí su bohemia fragancia, me miró y dejó de tocar.
-¿Qué dibujo? – me preguntó.
– Dibujame a mí. – le susurré.
[espero inspirarte, tal y como tu lo has hecho]
Ángeles en el exilio VII – sangre, lágrimas y una despedida
octubre 11, 2009
Habían escapado, si. Pero con un precio muy alto, Eddah cada día que pasaba en el cielo se debilitaba más…
– Tienes que ir con los sucios humanos, si no morirás. ¿No ves que ahora eres mortal? – dijo Ignominio.
– Pero… yo no quiero separarme de ti. – dijo Diaphano sujetando con fuerza el cuerpo casi inerte de Eddah que yacía en sus manos.
– ¡Estúpido! ¿Qué quieres que muera? – gritó Ignominio.
– ¿Pero y si le pasa algo? Está indefensa y a penas puede moverse.
– Y si se queda aquí morirá. Es más, tenemos que cambiar de apariencia, así llamamos mucho la atención. Nos estarán buscando…
– ¡¡Yo no quiero abandonarla!!
– ¿¡Vas a dejarla morir o es que…!?
– Parad, por favor. Lo mejor es que vaya. Conmigo corréis peligro. – dijo Eddah en un suspiro.
– Pero… – a Diaphano se le llenaron los ojos de lágrimas – yo te amo Eddah, me iré contigo.
– Mira que eres zoquete… no puedes ir con ella, ¿o acaso te vas a cortar las alas tu también?
– Diaphano, tengo que irme y tu tienes que quedarte aquí. ¿De acuerdo? Prométemelo.
– Está bien…
– ¡Ala! Todos conformes ¿no? Pues venga, vamos a buscar a un amigo mío que nos ayudará a camuflarnos
{…}
Con ropajes nuevos y el pelo algo más corto, Diaphano y Eddah se despedían con un intenso beso y un amargo abrazo. Mientras, las alas de Diaphano cobraban un color morado parecido a las alas que antaño habían pertenecido a Eddah.
– Mira eso, – le dijo Ytham a Ignominio – están cambiando de color…
– Claro ignorante, está bebiendo de ella, se están fundiendo sus esencias. Por esos las alas de él se colorean como las de ella… bueno, como las que ella poseía.
– Pero entonces ella debería haberlas tenido algo azules como las de Athos.
– Mira que llegas a ser idiota, esto sólo sucede cuando el amor que sienten el uno por el otro es sincero y no me extrañaría que el matrimonio de Eddah fuera concertado. Por eso cada uno conserva su propio color.
– ¿Y… Athos y Sarial?
– ¡No me has oído! ¿Acaso crees que ellos se aman? No es más que sexo esporádico, cabeza hueca.
– Si fuera esporádico no habrían creado la cárcel aquella para encerrar a Eddah y a cualquiera que conociera su aventur… – y de repente se calló.
– ¿Cómo dices? ¿Insinúas que él está enamorado? – preguntó incrédulo.
– Oh, no. Eso no. Athos quiere a Eddah, todo esto es solo una maniobra de Sarial para apoderarse del cielo.
– Mi hij, esto… Athos no permitirá eso. Jamás. Tú cómo lo sabes.
– Porque Eddah era mi prometida, íbamos a casarnos. Pero un día, empezó a comportarse de forma extraña y la seguí, y descubrí todo el pastel. No creas que me encerraron en aquella cárcel por gusto.
– Mierda… – murmulló Ignominio para sí – ¡Vosotros! ¡Tortolitos! El alba se acerca, Eddah tiene que cruzar. Es la hora.
Cuatro meses incompletos
octubre 1, 2009
Y te reprocho palabras que a gritos me mecían.
¿Por qué no me lo dijiste? Me pregunto una y mil veces. Y ahora me doy cuenta de mi error, no quise ver lo que día tras día me susurraban tus ojos de luna.
Y te perdí… ¡reprochamelo! Pues no quise no super quererte.
Mi nefasta realidad
septiembre 24, 2009
[escrito para mi primer amante, aquel con ojos de gato negro]
Más allá de las nubes, más allá del Sol, del firmamento. Allí, en el infinito a mano izquierda, está mi mundo, esa pequeña utopía creada para mí, y para ti.
Allí no hay guerras ni paz. No hay hambre ni hambrientos. No hay cielo ni infierno. Solos tú y yo.
Allí nadie critica ni halaga. No hay ladridos ni llantos. No hay lunas rotas, no hay dolor.
Cometas vuelan eternas. Pequeños terremotos cosquillean nuestros pies. Allí el sol aún brilla.
Fuguémonos, dejemos todo lo que nos ata tirado en una esquina. Escapémonos de la empalagosa rutina que nos hipnotiza, de la sociedad que vuelca en nuestros hombros el peso del poder, la riqueza y el éxito.
Yo no quiero nada de eso, sólo te quiero a ti. Si te tengo a ti para qué quiero nada más. Venga! Haz las maletas, yo ya estoy lista.
No, lo siento. Ahora no puedo, pero te prometo que algún día lo intentaremos, créeme.
Pero…pero… Fantasía desquebrajada en mil pedacitos que con la erosión y el tiempo se convierte en polvo rojizo que vuela buscando un lugar en el que desaparecer. Una vez más me toca despertar. Utopía siempre será.
Encadenada a la nada
septiembre 5, 2009
Atrapada en la eternidad de la noche, condenada a vivir sin él, añorando la luz de aquellos ojos amados. Y todo por un amor prohibido, por un delito cometido por su sucio corazón.
Apresada en sus más terribles pesadillas, con la única compañía de una luna rota y unos barrotes de plata. Con alas, pero sin poder volar, con sueños y sin querer olvidar los recuerdos de una vida que ya pasó.
Encadenada, piel abrasada, corazón de escarcha. Derrama lágrimas para curar su sed, para poder liberar el amor que por él sintió. Pero ya no lo verá más, ya no valen los anhelos, sólo una lluvia de sangre bastará para olvidar que de por vida ahí estará, que tendrá que vivir de una voz que le susurra por qué…
El espejo sin reflejo
agosto 27, 2009
Fuego helado que mata mi alma
Viento callado que estampa
En mi corazón una herida
Que perdurará toda una vida
Pestaña en mi ser clavada
Como una estatua tallada
En un árbol marchito
Que perecerá en un grito
Lágrimas recorren el camino
Hasta alcanzar su destino
Sucumbirán en mis venas
Como la miel de una colmena
Hielo derretido en el suelo
Ya nada me servirá de consuelo
Pues me deje vencer
Por el jodido placer
No lo pude aguantar
Sólo pensaba en olvidar y negar
La maldita condena
Que me hizo volar bajo la arena
Al despertar de mi eterna quimera
Descubrí una gruesa cadena
Desde el cuello hasta los pies
Me ataba sin ceder
No sé qué hacer
Pues deseo volver
A donde robé el reflejo
De aquel odiado espejo
No vemos en nuestro sueño
junio 26, 2009
Besos con sabor a tabaco
Mar azul en el que perdí mi flor
Habitación oscura y un pendiente en la almohada
Sudor y lágrimas, sangre no derramda
Olor a saliva en mis pechos, ¿café?
Helado de chocolate y pizza
Una rubia postiza con sillita nueva
Amigos extraños con derecho a cosas extrañas
Fuck me